De este mes de
febrero qué puedo decir, pues que además de ser el segundo mes de año, obvio, que
este año tiene un día más porque es año bisiesto, que en su comienzo se
celebraron las fiestas de los carnavales, -por ciento por aquí los más afamados
son los de Santoña y en los de nuestra ciudad suele haber un desfile por todo el centro de la ciudad que
termina en celebración dentro del Palacio de los deportes del Sardinero, la
ballena, como normalmente se le conoce, y que el frío suele acompañar
habitualmente. También, ha sido el día de San Valentín, día que tiene bastante
importancia en el mundo anglosajón, pues sí, por aquí algún comercio que otro
decora su escaparate con detalles en color rojo para tentar a la imaginación de
algún enamorado que otro. Y otra cuestión, lo más habitual en este mes es el
tiempo, mejor dicho, el mal tiempo.
Así pues, ahora
que por fin nos encontramos en pleno invierno y que su dureza parece
acrecentarse, parece una buena época para sentarnos delante de un papel y
comenzar a escribir historias relacionadas
con el medio ambiente.
Por un lado, inventar
historias, remasterizarlas, tunearlas, reinventarlas ,o actualizarlas son actividades que pueden
servir para combatir el frío, el viento y la lluvia de estos días de invierno.
Por otro lado, crear historias nos sirve también para desarrollar nuestra
imaginación, la creatividad y el arte que cada persona llevamos dentro, y que
seguramente mucha gente no sepa que tiene esa cualidad. También, es el pretexto
para iniciar una conversación, un debate en cualquier momento y ocasión.
En la escuela una
sencilla historia puede servir de pretexto para trabajar cualquier asignatura,
realizar una batería de actividades lúdicas y académicas al mismo tiempo, o puede servir de
hilo conductor para seguir el desarrollo del todo el curso académico
entrelazando contenidos entre todas las áreas del currículo.
Por otro lado, el
medio ambiente siempre ha estado presente en muchas historias desde el
principio de los tiempos, recordemos la Historia sobre el Monstruo del Lago
Nes, La historia de la sirena de Copenhague, El horrible hombre de las nieves, y
sin irnos tan lejos, en la Mitología cántabra de nuestra tierra con todos sus
personajes como son La Anjana, el Ojáncano, la Ojáncana, el Trastolillo, El
Trenti…
Fuente:YouTube.
El rey Midas, versión moderna
En aquella época el
Rey Midas era conocido y reconocido por su enorme, descomunal e inmensa gran
mansión situada allí arriba en lo más alto de aquella recóndita colina. Pero, sobre todo, era aún más conocido por todo lo
que dentro de ella allí había atesorado,
sí, por la posesión de las riquezas en
su super mega palacio personal y particular.
Mientras, otros
reyes realizaban su auténtica función, es decir, ser rey de su reino, y reinar por el
bienestar de todas sus gentes, el Rey Midas tenía como máxima preocupación el hacinamiento de monedas, billetes, joyas
preciosas, tesoros, y demás artículos de lujo y de dudosa necesidad diaria en
su gran residencia real.
Así pues, toda esa
acumulación y amontonamiento de lujo, era sabido y comentado en todos los ecos
de sociedad de la época, siendo vox
pópuli de todos los habitantes de su reino, -la mayoría plebeyos, sirvientes y
campesinos, esclavos, algún asalariado y algún autónomo despistado, en fin, muchedumbre, chusma… hoy sería sociedad,
gente, clase baja, clase media, vagabundos, sin techo, okupas, nómadas,
jóvenes, niños, adolescentes, maduros, itinerantes, peregrinos, estudiantes,
aventureros, deportistas, pobres, extranjeros, turistas, políticos y banqueros,-
quizás, o no mejor-, pensionistas, amas de casas, inmigrantes, prostitutas,
funcionarios, trabajadores, empresarios,- pero no todos, claro, vividores
camuflados, …vamos, población en general,
para que nos entendamos un poco-.
Tanto y tanto era
así, que su fama por el acopio y cúmulo
de cosas tasadas y valoradas como artículos exclusivos y de lujo, de antojos,
caprichos y demás, traspasó las fronteras que marcaban las murallas de sus empobrecidas y olvidadas gentes de su reino. Su gran y terrible obsesión por la
recopilación y demás palabras de significado parejo que podamos dar, a su afán
por la riqueza, los tesoros, y el dinero estaba ya en boca de toda la población
de los demás reinos conocidos, e incluso de los que estaban por conocer.
En las
conversaciones, cotilleos, debates y demás foros se decía, se hablaba y se
rumoreaba que las paredes de su casa estaban todas ellas forradas con billetes
de curso legal y que estaban intercalados con monedas, vigentes en el momento,
por supuesto. Superpuesto a todo esto se
encontraban estupendas colecciones pictóricas auténticas y firmadas por el
artista que constituía un valor cultural y monetario incalculable. Para ser
vistas y disfrutadas por los ojos del propio Rey Midas y algunos pocos
escogidos, destacaba una iluminación estratégica y acorde a la época que
lograban resaltar todos los tesoros allí expuestos.
Del suelo se decía
que estaba realizado con la aglomeración y la combinación de las maderas existentes, las más nobles de
los árboles más selectos y exclusivos como son los considerados por los
expertos, la sequoya, el roble, el
cerezo, el nogal, el olivo, el castaño, el haya, el álamo y el abedul. Su
trabajo de ebanistería, marquetería y tallado fue realizado por las manos más
especializadas en la madera. Y dicen, que una vez acabada toda su superficie, fue embellecida y tratada con las ceras
especiales y únicas de las mejores
abejas, y no sólo eso, para su acabado
final, había utilizado además, unos hilos muy finos del oro, oro extraído de
unas minas de tierras lejanas, muy lejanas.
Del techo se
escuchaba que de él pendían unas rocas a
modo de estalagtitas constituidas por minerales nobles como el oro, la plata o el
platino, y rematados con piedras preciosas y gemas como son el rubí, el zafiro, el granate, el lapislázuli, la turquesa, la esmeralda, el
coral, el topacio, la perla cultivada y los diamantes. De sus milenarios mármoles,
de gran valor histórico y cultural pendían todos esos tesoros, y al igual que en una milenaria cueva considerada Patrimonio
de la Humanidad, fueron allí arriba reproducidas y conservadas todas sus
filigranas.
A través de los
cristales de las ventanas de su mansión
se podía ver una realidad diversa y
dispersa adaptada a la situación del momento. Esos cristales de gran finura y
brillantez poseían un exquisito biselado
y un perfecto tallado que sólo podían ser el resultado de la obra de un
artista. Además, poseían cualidades diversas los cristales, espejos y vidrieras
de las ventanas, ya que algunos eran
cóncavos, otros convexos, otros aumentaban la realidad a multicolor, otros la
disminuían en blanco y negro, pero, pocos la mantenían en su estado habitual,
ya que su uso dependía de visión de las cosas que su dueño, el rey Midas,
mantuviera en su momento. En definitiva, se mantenía alejado de la realidad de
su pueblo y cuando se asomaba por la ventana, esa realidad era algo lejana
y virtual.
Cuentan los
noticieros del lugar que para decorar todo su interior vinieron desde países
lejanos y desconocidos, hasta el momento, unos diseñadores de interiores
exclusivos que durante largos meses trabajaron día y noche para transformar las
ideas del rey en sus caprichos decorativos más insospechados.
Cada estancia era
una auténtica recreación diferente. Aunque los espacios y el mobiliario en
principio eran amplios, diáfanos y minimalistas se fueron transformando y
cargando desde el nivel mínimo al máximo hasta que no cabía casi ni un alfiler
más en la mansión, por más pequeño que fuera: sofás, camas, estantes, butacas,
butacones, sillas y pubs con pieles de
animales tratadas y curtidas con las mejores manos artesanas, telas de origen
natural cien por cien, de diversa naturaleza, textura y calidad como son las
sedas, algodones, linos, lana, cachemir, angora, mohair, que fueron traídos
desde lejanos y exóticos países, todas ellas para cumplir la función de vestir
con cortinas, visillos y estores de las ventanas del palacio, cubrir los suelos
con alfombras, jarapas, esterillas, tapices y moquetas en cada rincón y
estancia.
Los demás detalles
de la residencia del rey no cuento, lo dejo para otro día que hablaré de los
adornos de las diferentes estancias, los utensilios y artículos de cocina y
cama, ropas y vestimentas, y los
vehículos de uso personal.
La mansión estaba
rodeada de unos extraordinarios jardines, un precioso lago y un frondoso
bosque. Se diría que el medio ambiente rodeaba la mansión, porque el rey mandó
plantar en su día, todas las mejores especies vegetales existentes. Para dicha
misión, envió por todo el mundo a los científicos y biólogos más eruditos hacia
aquellos lugares, conocidos y sin conocer, con el fin de seleccionar todos
los especímenes más llamativos y
hermosos para su gran mansión.
Pues bien amigos,
todas estas posesiones poco le parecían, así que quería más todavía. Un día
celebró en su mansión una gran fiesta, pero ya sabéis y os imaginareis, invitó
sólo a la élite de la sociedad del momento, a lo más, a la gente guapa, a la crème
de la crème, la yet set, a los divinos, a sus iguales o similares, porque ¿pensáis
que había otro rey que había llegado a acumular tanto? Invitó a reyes que
venían de reinos vecinos, y a otros, de territorios lejanos. Pues bien, uno de
ellos apareció en la fiesta con un mago de grandes poderes, con turbante en la
cabeza, túnica elegante y bola de cristal mágica, claro. Entonces el avaro,
ambicioso, codicioso y egoísta rey Midas le pidió su deseo: quería oro, mucho
oro, todo el oro del mundo.
En el mismo momento,
el mago le concedió su deseo. Todo lo que tocara se convertiría en oro. Cuando
se quedó solo, después de la fiesta, empezó a tocar cosas para ir probando, y
he ahí su sorpresa, que sus deseos fueron realidad, todo lo que tocaba se
convertía en oro, pero, ya no había
vuelta atrás. Su afán le impedía parar de tocarlo todo, ya que el brillo del
oro tenía cegada su mente y su corazón.
Y así fue, en un
descuido, con su avaricia, egoísmo, y ambición, tocó un trozo de la piel de su otra
mano, y en un largo instante, se fue convirtiendo en estatua. Cuentan que su corazón, frío desde hacía tiempo, comenzó a bombardear
oro líquido por todo su cuerpo hasta llegar a todas y cada una de las células
del mismo: órganos, músculos, piel, huesos,… hasta que se solidificó por
completo.
Y así se quedó el
Rey Midas para siempre, ya que quedó convertido en una estatua de oro, mejor dicho,
en una estalagmita dorada. Sí, quedó
como una reliquia real, brillante y solidificada del pasado, y
que con el paso de los siglos, la
espesa vegetación que crecía y crecía año tras año, la fue cubriendo y
ocultando, sí, dentro de su enorme, descomunal, e inmensa
gran mansión situada allí arriba en lo
más alto de aquella recóndita colina.
Fuente:YouTube.
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