lunes, 29 de febrero de 2016

INVENTAMOS HISTORIAS EN INVIERNO


De este mes de febrero qué puedo decir, pues que además de ser el segundo mes de año, obvio, que este año tiene un día más porque es año bisiesto, que en su comienzo se celebraron las fiestas de los carnavales, -por ciento por aquí los más afamados son los de Santoña y en   los de nuestra ciudad suele haber  un desfile por todo el centro de la ciudad que termina en celebración dentro del Palacio de los deportes del Sardinero, la ballena, como normalmente se le conoce, y que el frío suele acompañar habitualmente. También, ha sido el día de San Valentín, día que tiene bastante importancia en el mundo anglosajón, pues sí, por aquí algún comercio que otro decora su escaparate con detalles en color rojo para tentar a la imaginación de algún enamorado que otro. Y otra cuestión, lo más habitual en este mes es el tiempo, mejor dicho, el mal tiempo.



Así pues, ahora que por fin nos encontramos en pleno invierno y que su dureza parece acrecentarse, parece una buena época para sentarnos delante de un papel y comenzar a escribir historias relacionadas con el medio ambiente.



Por un lado, inventar historias, remasterizarlas, tunearlas, reinventarlas ,o actualizarlas son actividades que pueden servir para combatir el frío, el viento y la lluvia de estos días de invierno. Por otro lado, crear historias nos sirve también para desarrollar nuestra imaginación, la creatividad y el arte que cada persona llevamos dentro, y que seguramente mucha gente no sepa que tiene esa cualidad. También, es el pretexto para iniciar una conversación, un debate en cualquier momento y ocasión.



En la escuela una sencilla historia puede servir de pretexto para trabajar cualquier asignatura, realizar una batería de actividades lúdicas y académicas al mismo tiempo, o puede servir de hilo conductor para seguir el desarrollo del todo el curso académico entrelazando contenidos entre todas las áreas del currículo.



Por otro lado, el medio ambiente siempre ha estado presente en muchas historias desde el principio de los tiempos, recordemos la Historia sobre el Monstruo del Lago Nes, La historia de la sirena de Copenhague, El horrible hombre de las nieves, y sin irnos tan lejos, en la Mitología cántabra de nuestra tierra con todos sus personajes como son La Anjana, el Ojáncano, la Ojáncana, el Trastolillo, El Trenti…



 Fuente:YouTube.





El rey Midas, versión moderna


En aquella época el Rey Midas era conocido y reconocido por su enorme, descomunal e inmensa gran mansión situada allí arriba en lo más alto de aquella recóndita colina. Pero,  sobre todo, era aún más conocido por todo lo que  dentro de ella allí había atesorado, sí, por la  posesión de las riquezas en su super mega palacio personal y particular.

Mientras, otros reyes realizaban su auténtica función,  es decir, ser rey de su reino, y reinar por el bienestar de todas sus gentes, el Rey Midas tenía como máxima preocupación  el hacinamiento de monedas, billetes, joyas preciosas, tesoros, y demás artículos de lujo y de dudosa necesidad diaria en su gran residencia real.

Así pues, toda esa acumulación y amontonamiento de lujo, era sabido y comentado en todos los ecos de sociedad de la época, siendo  vox pópuli de todos los habitantes de su reino, -la mayoría plebeyos, sirvientes y campesinos, esclavos, algún asalariado y algún autónomo despistado, en fin,  muchedumbre, chusma… hoy sería sociedad, gente, clase baja, clase media, vagabundos, sin techo, okupas, nómadas, jóvenes, niños, adolescentes, maduros, itinerantes, peregrinos, estudiantes, aventureros, deportistas, pobres, extranjeros, turistas, políticos y banqueros,- quizás, o no mejor-, pensionistas, amas de casas, inmigrantes, prostitutas, funcionarios, trabajadores, empresarios,- pero no todos, claro, vividores camuflados, …vamos,  población en general, para que nos entendamos un poco-.  

Tanto y tanto era así,  que su fama por el acopio y cúmulo de cosas tasadas y valoradas como artículos exclusivos y de lujo, de antojos, caprichos y demás, traspasó las fronteras que marcaban las murallas de sus  empobrecidas y olvidadas gentes de su reino.  Su gran y terrible obsesión por la recopilación y demás palabras de significado parejo que podamos dar, a su afán por la riqueza, los tesoros, y el dinero estaba ya en boca de toda la población de los demás reinos conocidos, e incluso de los que estaban por conocer.

En las conversaciones, cotilleos, debates y demás foros se decía, se hablaba y se rumoreaba que las paredes de su casa estaban todas ellas forradas con billetes de curso legal y que estaban intercalados con monedas, vigentes en el momento, por supuesto. Superpuesto  a todo esto se encontraban estupendas colecciones pictóricas auténticas y firmadas por el artista que constituía un valor cultural y monetario incalculable. Para ser vistas y disfrutadas por los ojos del propio Rey Midas y algunos pocos escogidos, destacaba una iluminación estratégica y acorde a la época que lograban resaltar todos los tesoros allí expuestos.

Del suelo se decía que estaba realizado con la aglomeración y la combinación  de las maderas existentes, las más nobles de los árboles más selectos y exclusivos como son los considerados por los expertos,  la sequoya, el roble, el cerezo, el nogal, el olivo, el castaño, el haya, el álamo y el abedul. Su trabajo de ebanistería, marquetería y tallado fue realizado por las manos más especializadas en la madera. Y dicen, que una vez acabada toda su superficie,  fue embellecida y tratada con las ceras especiales y  únicas de las mejores abejas, y no sólo eso,  para su acabado final, había utilizado además, unos hilos muy finos del oro, oro extraído de unas minas de tierras lejanas, muy lejanas.

Del techo se escuchaba que de él pendían unas rocas  a modo de estalagtitas constituidas por  minerales nobles como el oro, la plata o el platino, y rematados con piedras preciosas y gemas  como son el rubí, el zafiro, el granate,  el lapislázuli, la turquesa, la esmeralda, el coral, el topacio, la perla cultivada y los diamantes. De sus milenarios mármoles, de gran valor histórico y cultural pendían  todos esos tesoros, y al igual  que en una milenaria cueva considerada Patrimonio de la Humanidad, fueron allí arriba reproducidas y conservadas todas sus filigranas.

A través de los cristales  de las ventanas de su mansión se podía ver una realidad  diversa y dispersa adaptada a la situación del momento. Esos cristales de gran finura y brillantez poseían  un exquisito biselado y un perfecto tallado que sólo podían ser el resultado de la obra de un artista. Además, poseían cualidades diversas los cristales, espejos y vidrieras de las ventanas,  ya que algunos eran cóncavos, otros convexos, otros aumentaban la realidad a multicolor, otros la disminuían en blanco y negro, pero, pocos la mantenían en su estado habitual, ya que su uso dependía de visión de las cosas que su dueño, el rey Midas, mantuviera en su momento. En definitiva, se mantenía alejado de la realidad de su pueblo y cuando se asomaba por la ventana, esa realidad era algo lejana y  virtual.

Cuentan los noticieros del lugar que para decorar todo su interior vinieron desde países lejanos y desconocidos, hasta el momento, unos diseñadores de interiores exclusivos que durante largos meses trabajaron día y noche para transformar las ideas del rey en sus caprichos decorativos más insospechados.

Cada estancia era una auténtica recreación diferente. Aunque los espacios y el mobiliario en principio eran amplios, diáfanos y minimalistas se fueron transformando y cargando desde el nivel mínimo al máximo hasta que no cabía casi ni un alfiler más en la mansión, por más pequeño que fuera: sofás, camas, estantes, butacas, butacones, sillas y pubs  con pieles de animales tratadas y curtidas con las mejores manos artesanas, telas de origen natural cien por cien, de diversa naturaleza, textura y calidad como son las sedas, algodones, linos, lana, cachemir, angora, mohair, que fueron traídos desde lejanos y exóticos países, todas ellas para cumplir la función de vestir con cortinas, visillos y estores de las ventanas del palacio, cubrir los suelos con alfombras, jarapas, esterillas, tapices y moquetas en cada rincón y estancia.
Los demás detalles de la residencia del rey no cuento, lo dejo para otro día que hablaré de los adornos de las diferentes estancias, los utensilios y artículos de cocina y cama,  ropas y vestimentas, y los vehículos de uso personal.

La mansión estaba rodeada de unos extraordinarios jardines, un precioso lago y un frondoso bosque. Se diría que el medio ambiente rodeaba la mansión, porque el rey mandó plantar en su día, todas las mejores especies vegetales existentes. Para dicha misión, envió por todo el mundo a los científicos y biólogos más eruditos hacia aquellos lugares, conocidos y sin conocer, con el fin de seleccionar todos los  especímenes más llamativos y hermosos para su  gran mansión.


Pues bien amigos, todas estas posesiones poco le parecían, así que quería más todavía. Un día celebró en su mansión una gran fiesta, pero ya sabéis y os imaginareis, invitó sólo a la élite de la sociedad del momento, a lo más, a la gente guapa, a la crème de la crème, la yet set, a los divinos, a sus iguales o similares, porque ¿pensáis que había otro rey que había llegado a acumular tanto? Invitó a reyes que venían de reinos vecinos, y a otros, de territorios lejanos. Pues bien, uno de ellos apareció en la fiesta con un mago de grandes poderes, con turbante en la cabeza, túnica elegante y bola de cristal mágica, claro. Entonces el avaro, ambicioso, codicioso y egoísta rey Midas le pidió su deseo: quería oro, mucho oro, todo el oro del mundo.
En el mismo momento, el mago le concedió su deseo. Todo lo que tocara se convertiría en oro. Cuando se quedó solo, después de la fiesta, empezó a tocar cosas para ir probando, y he ahí su sorpresa, que sus deseos fueron realidad, todo lo que tocaba se convertía en oro, pero,  ya no había vuelta atrás. Su afán le impedía parar de tocarlo todo, ya que el brillo del oro tenía cegada su mente y su corazón.

Y así fue, en un descuido, con su avaricia, egoísmo, y ambición, tocó un trozo de la piel de su otra mano,  y en un largo instante,  se fue convirtiendo en  estatua. Cuentan que  su corazón,  frío desde hacía tiempo, comenzó a bombardear oro líquido por todo su cuerpo hasta llegar a todas y cada una de las células del mismo: órganos, músculos, piel, huesos,… hasta que se solidificó por completo.

Y así se quedó el Rey Midas para siempre, ya que quedó convertido en una estatua de oro, mejor dicho, en una estalagmita dorada. Sí,  quedó como una reliquia real, brillante y solidificada  del pasado, y  que con el paso de los siglos,  la espesa vegetación que crecía y crecía año tras año, la fue cubriendo y ocultando, sí,  dentro de su enorme, descomunal, e inmensa gran mansión situada allí arriba  en lo más alto de aquella recóndita colina.
 
Fuente:YouTube.