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No cabe
duda que siempre nos encontramos en continua conexión con el medio ambiente a
lo largo de todo el año. Lo que sucede es que cada época nos vemos condicionados
por los efectos provocados por la meteorología predominante, de tal manera que nos obliga a adaptar nuestros estilos de vida
a las circunstancias del momento.
La
estación del otoño es en la que nos encontramos ahora, es aquella que estación
intermedia que está a caballo entre el verano y el invierno, en nuestro caso,
se encuentra más cerca de la última, supone un progresivo empeoramiento del
tiempo, y se encuentra representada por las hojas secas que constituyen las
hojarascas del suelo de los bosques, montes y paseos de nuestras pueblos y
ciudades.
En el
invierno el frío es el protagonista la mayor parte del tiempo, y como
representante máximo de esta época es la nieve, ese manto blanco que ya cubre
la mayoría de las cumbres de las montañas que nos rodean.
La
primavera, como todo sabemos, supone el despertar y la salida al exterior de la
naturaleza y todo el medio ambiente en su conjunto, y como icono de esta
estación tenemos las flores de los campos, árboles y arbustos de menor tamaño.
La última
estación es el verano, la más deseada por el buen tiempo, la elevada
temperatura y el cielo azul, por lo que, el sol es su máximo representante.
En cuanto
a climatología y variedad no nos aburrimos
por estas latitudes, y dejando a un lado el repaso estacional, ahora toca
prepararnos para el invierno.
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