Estos días en las noticias he escuchado que en nuestra Comunidad Autónoma de Cantabria el lobo estará considerado una especie
protegida en los montes que la conforman, si se aprueba el Plan sobre Gestión del Lobo. Esto supondría que nadie podría matar
ningún ejemplar de este tipo de animal sin las consecuencias legales impuestas
que podemos traducir por el pago de una elevada tasa monetaria. Por lo tanto,
se prohibiría su caza legal o furtiva por un lado, y por otro, se indemnizaría a
los ganaderos víctimas de sus ataques en el territorio cántabro.
Desde pequeños hemos escuchado historias y cuentos
en relación al lobo, ya que todos recordamos Caperucita y el lobo, Los tres
cerditos y el lobo feroz, o Los siete cabritillos, por poner algún ejemplo.
Todos ellos son cuentos infantiles cuyos protagonistas son animales. Algunos de
ellos poseen las características asociadas al mundo de la infancia como es la inocencia y la bondad,
y otros, como la figura del lobo, reúne emociones negativas todas ellas,
sensaciones e impresiones que las podemos resumir como la maldad y el miedo.
El mundo animal desde siempre ha estado ligado a los niños y las niñas,
ya que los primeros resultan muy atractivos, cercanos y semejantes a la
personalidad y al mundo afectivo de los niños. En muchas familias incluso hay
alguna mascota animal en sus casas desde hace tiempo. Cuando aparece el
personaje del lobo en los cuentos, el autor está advirtiendo a los niños, que
la infancia es muy bonita, la vida también, pero que hay que abrir los ojos,
mirar a los lados y tener cuidado, porque no todo el mundo es bueno como en la
familia ni te va a facilitar las cosas, tal y como ocurre en el ambiente
plácido del hogar. Sino que fuera hay un mundo por descubrir, cosas complicas que aprender de
la realidad, de las que tenemos que defender, incluso enfrentar
para después superar.
Fuente: Geogle Imágenes