Estos
meses se caracterizan por tener los días más cortos de todo el año, en cuanto a luz natural se refiere, y es que, el invierno se encuentra ya
próximo. A las ocho de la mañana el día aún no termina de amanecer y a las seis
de la tarde ya se hace de noche. Hemos de decir también que la luz del sol y el
brillo de la luna nos están acompañando en estos días de anticiclón en el que
podemos disfrutar de un cielo azul.
Hace ya
un par de semanas que se inauguró de
algún modo la Navidad en nuestra
ciudad ya que se encendieron las luces que el ayuntamiento ha colgado a lo
largo de las calles principales, y sobre todo en su gran plaza.
Las luces adornan la ciudad por la noche, ofrecen un aspecto de fiesta y celebración, en
este caso navideño, crean un ambiente bastante acogedor, y por supuesto, dan
luz e iluminación, función obvia y
principal. Las luces acompañan a las actividades y festejos de estos días se
realizan por sus calles, plazas, alamedas, parques, locales y demás.
Así
pues, las luces nos anuncian que las fiestas de la Navidad están cerca, nos
recuerdan los preparativos previos que tenemos que planificar para que todo
esté a punto en su momento, cosas tales como, comprar ese regalo, poner allá
aquel adorno, o elaborar esta comida.
Las luces nos acompañarán durante las mismas, estarán presentes también cuando
despidamos este año y recibamos al nuevo, y permanecerán hasta que lleguen los
Reyes Magos, y después del revuelo de los regalos, vayamos dejando atrás todo
ese jaleo.
Fuente: Geogle Imágenes.
lunes, 31 de octubre de 2016
UNA ESPESA NIEBLA ENVUELVE LA CIUDAD
La niebla es un fenómeno metereológico bien
conocido por esta zona del norte de nuestro país y se convierte en algo bastante habitual en
nuestra climatología, sobre todo en el invierno. Lo que ya no resulta tan
frecuente es su larga duración como sucede en esta ocasión porque llevamos tres
días sumergidos en ella, de tal modo, que parece que ha venido para quedarse. En
otras ocasiones cuando aparece la niebla se disipa con facilidad.
La niebla estéticamente es un fenómeno original, aunque
algo difícil de describir. Visualmente resulta semejante a una cortina transparente
de seda blanca o un humo blanco pero gélido compuesto por finísimas gotitas de
agua condesadas que poco a poco nos van calando.
Las condiciones de escasa visibilidad que provoca la presencia de la niebla
limitan el desplazamiento de los vehículos en la ciudad o la carretera, lo
peligran en la montaña o en el mar, e impiden
el despegue o aterrizaje de aviones.
Si tuviera que hacer una especie de campo significativo en torno a
esta palabra haría referencia al nombre del perro de los dibujos animados de
Heidi, a la novela de Unamuno del mismo título, al título de la película
Gorilas en la niebla, y cómo no a la famosa niebla mítica de la ciudad de
Londres,...
Fuente: YouTube
La misteriosa dama
Ella te envuelve, te abraza
sin que te enteres, te oculta,
cuando te descuidas, te tapa,
sin que lo notes, te atrapa.
Nunca te avisa y se presenta
con su fina blanca capa.
Te moja, te cala y te empapa.
Ella se pasea siempre sola,
aparece de repente silenciosa,
Se mueve reposada y sigilosa,
No hace ruido, permanece callada.
No se despide, se evapora,
se disipa, se aclara.
Ella traslúcida, húmeda,
misteriosa, no hace escala,
no te oye, no espera, no para
y como viene se va,
ella es ella,quién, la niebla.
MFB
viernes, 30 de septiembre de 2016
LOS COLORES DEL OTOÑO
No se trata de un slogan publicitario sobre la moda
de esta temporada en ropa, zapatos y complementos que podemos ver en escaparates de tiendas especializadas en
ello en el centro de la ciudad, grandes almacenes o centros comerciales
cercanos, no.
Se trata de afirmar que poco a poco el cambio de
estación implica la aparición de colores diferentes en el paisaje del medio
ambiente, con todo lo que ello conlleva.
El otoño es esa estación intermedia, entre el buen
tiempo veraniego y los días de atardeceres más tempranos, con una climatología
cada vez más complicada y desagradable del invierno, digamos la verdad. En
resumen, no hace tan bueno como para ir a la playa ni tan malo como para
ponerse un abrigo.
Los colores típicos del otoño son los marrones, ocres y amarillos de las
hojas caducas que quedan en las ramas de los árboles, y que también podemos
observar en el suelo a modo de alfombras naturales. Estos colores se intercalan
con el verdeoscuro o claro de las
hojas perennes, y que gracias a las lluvias y la humedad retenida, conservan todo su esplendor el año completo.
También vemos los campos verdes de prados y montañas cercanas que definen y
caracterizan el paisaje del norte de nuestro país.
Si miramos
al cielo, muchos días veremos su colorazul cubierto o semicubierto por la
gama de colores del blanco, el gris claro y el oscuro de las nubes que arriba aparecen cuando amenazan lluvia, anuncian un chaparrón
o acompañan a una tormenta. Si miramos al agua del mar, veremos el reflejo del
cielo por lo que tomará un color más azul claro trasparente o más azul añil, en
función del tipo de nubosidad o del momento del día.
Fuente: Google Imágenes
En esta siesta de otoño,
bajo este olmo colosal,
que ya sus redondas hojas
al viento ha comenzado a echar,
te me das, tú, plenamiente,
dulce y sola Soledad.
Sólamente un solo pájaro,
el mismo de todas las
siestas, teclea en el olmo,
su trinado musical,
veloz, comi si tuviera
mucha prisa de acabar.
¡Cuál te amo!
¡Cuál te agradezco
este venírteme a dar
en esta siesta de otoño,
bajo este olmo colosal,
tan dulce, tan plenamente
y tan sola Soledad!
Poema Soledad.
Miguel Hernández
De las frutas de otoño
Fuente: Google Imágenes.
De los frutos secos
Fuente: Google Imágenes.
De las frutas del bosque
Fuente: Google Imágenes.
miércoles, 31 de agosto de 2016
MÁS HISTORIAS EN VERANO
Como cada año por estas fechas veraniegas la
mayoría de las personas viajamos de
un lado a otro para irnos de vacaciones,
mejor dicho, esas merecidas y deseadas
vacaciones después de todo un año de trabajo. Así pues, agosto se convierte en el mes por
excelencia de las vacaciones anuales.
Las salas de espera de los aeropuertos y de las
estaciones de trenes o autobuses suelen
ser espacios donde confluye una encrucijada de
distintos viajeros con distintos destinos y lugares de orígenes, pero,
con el mismo entusiasmo para viajar a un lugar diferente.
Las ciudades principales de cada país, y también
innumerables localidades pequeñas, -ya que el turismo rural sigue en alza-,
captan la atención de aquellos que quieren viajar en vacaciones, descansar,
desconectar, cambiar de ambiente y de tercio. Por lo que las calles y
determinados puntos de interés de estos
lugares turísticos elegidos se llenan de turistas, viajeros, curiosos, veraneantes,
visitantes, incluso, emigrantes que provocan un aumento de la población
considerable y una mejora del consumo en general, aumento de la contratación
temporal, y por tanto, aumento de la
economía.
Dejando para otra ocasión el debate de hacia dónde
se dirige la mayor parte de la población, si hacia un turismo de costa o de
interior, es decir, si prefieren más
playa o montaña, me centro mejor en las personas como individuos. Con ello
destaco las historias que cada persona llevamos consigo, la propia historia
vital, la historia de su día a día, la historia de ayer, la historia de su
viaje, la historia de sus vacaciones, la historia pasada y la que acaba de
empezar, la historia de su familia, o las historias
que nos podemos inventar ahora en verano,…
Fuente: Youtube
El duende del medio ambiente
Cuentan antiguas leyendas que en la antigüedad más
remota y en la antigüedad más antigua, existía un duende de bastante mala fama que
era conocido por todos como el duende del medio ambiente. Cuentan esas antiguas
leyendas que en aquella antigüedad, incluso dejó de haber verano como en el que
nos encontramos un tal día como hoy.
Aquel famoso duende de ceño fruncido, enjuto
y barbilampiño, tenía establecida
su morada por algún secreto lugar entre
los bosques de las montañas de nuestra
remota y antigua Cantabria. Esto no quiere decir que su campo de acción se
localizara y se limitara exclusivamente en esa zona cantábrica y que sólo
merodeaba por el susodicho espacio septentrional del norte del lugar que hoy en día constituye, forma y es parte de
nuestro variopinto país llamado España, no.
Como bien he dicho, el duende del medio ambiente
era conocido, pero sobre todo, temido
por los habitantes de todas partes
de nuestro redondo Planeta Tierra de aquel entonces, cuestión que ahora paso a
explicar.
El relieve terrestre no os lo imaginéis como ahora,
nada que ver. Por aquel entonces, no existían carreteras, ni ciudades, ni
pueblos por muy pequeños que penséis, tal y como hoy vemos todo, nada que ver,
nada. En aquel entonces, todo era medio ambiente y naturaleza, y los habitantes
vivían mezclados e inmersos en ella.
Dicen los más mayores de las localidades más pequeñas,
aquellos que han heredado la sabiduría hablada, que una ardilla podía ir
saltando de rama en rama por entre los árboles desde un extremo a otro de
nuestra Península Ibérica. Eso dicen, pero yo creo que son sólo leyendas
urbanas, porque vaya trabajo tan duro para un animal tan pequeño, cuantas
bellotas tenía que comer, no sé algo no cuadra…
Pues bien amigos, no os lo podéis ni imaginar, ese ser tan pequeño, diminuto y minúsculo, el
duende del medio ambiente, era un individuo malo y perverso, poseía un poder
extraordinario para lo malo y lo peor. Se paseaba por los hemisferios norte y
sur terrestres varias veces al día. Pero, su gran afán consistía en pisotear
montañas para cambiar la orografía. Desviar los cursos de ríos y provocar esas inundaciones que todo lo arrasan a su
paso como son terrenos, cultivos y seres vivos. Provocar incendios forestales de
miles y miles de hectáreas para lograr desaparecer las distintas especies
vegetales y animales que los constituían. Empujar las fallas y placas del terreno para que la Tierra
se revuelva y se formen movimientos sísmicos como terremotos y maremotos. Destrozar
los fondos marinos, destruir sus arrecifes y profundidades, ensuciar los mares
con vertidos que hagan desaparecer toda vida, agitar las aguas marinas que
originen tsunamis, esas olas que a su paso hacen desaparecer islas,
acantilados, costas y terrenos. Revolver los volcanes inactivos o dormidos para
provocar su activación y que la lava destruya todo el paisaje a su paso. Soplar con tanta energía que el viento
adquiera la fuerza de mil ciclones, cien tornados y varias galernas. Desajustar
el ritmo del movimiento de la tierra
que elimine los días y las noches, y también, el paso de las estaciones. En definitiva, desestructurar y eliminar todo
lo que por su paso encontrara, ya que el duendecillo disfrutaba haciendo daño a
los demás.
En medio de todo este panorama medioambiental se
encontraba nuestro mundo, algo triste veréis, un día y otro más. En Cantabria,
como en todos los lugares de la Tierra, la población se intentaba agrupar para
sobrevivir como siempre, y los niños no salían apenas al exterior a jugar,
correr, y saltar por si aparecía el temido duende. Pero, un día sucedió lo que
tenía que suceder…
Allí arriba estaba ella, blanca, redonda, brillante
y expectante, la luna. Cansada de oír, ver y callar todo lo que aquel
duendecillo no cesaba de hacer, decidió actuar aquella noche. Entonces, sucedió
lo que tenía que suceder. Sus rayos en vez de iluminar como cada noche a la
dormida Tierra, se centraron tan sólo en la pequeña figura del duende. De repente, su silueta
apareció a lo lejos como una de luz inmensa, brillante y chispeante de
duración interminable que iluminaba y brillaba con la
fuerza de miles de candiles, faloras, faroles, faros, bombillas, lámparas,
lamparillas, velas, candelabros, fluorescentes y luces, todas ellos encendidos a la vez y sin
parar. A continuación, lo que tenía que suceder, sucedió… Porque el duende comenzó a
inflarse más y más, y cada vez más, como
un globo de chicle en la boca de un niño, no, como una pompa de jabón gigante,
no, como un globo terráqueo de habitación, no, como un gran pez globo marino, no,
como un globo aerostático, no, mejor como un nuevo planeta enano, sí, hasta que ¡zas¡, explotó, y todas las
partículas que lo componían al igual que una lluvia de estrellas se
desperdigaron por todo el Universo. Y, ¡plas¡, desapareció.
Entonces el panorama medioambiental cambió. Las
plantas brotaron de nuevo, los animales salieron de sus guaridas y los
niños salieron al exterior a jugar, los
ríos siguieron su curso, los ecosistemas comenzaron a establecer su equilibrio,
y el medio ambiente fue evolucionando progresivamente hasta llegar a nuestros
días con sus mares, montañas, selvas, valles, colinas, campos, bosques,
volcanes, acantilados, tal y como lo conocemos hoy.
Ah, se me olvidaba, como cuentan esas antiguas
leyendas que en aquella antigüedad remota y antigüedad antigua, volvió a haber verano como en el que nos encontramos
un tal día como hoy.